CAMPEON SIN TITULO

Cuando alguien reconoce los dones y los esfuerzos de otras personas es muy gratificante, pero cuando uno de los mejores pilotos argentinos distingue las cualidades de un colega el orgullo es mayor. Hace algunos años, José Froilán González dijo de su amigo Jorge Cupeiro que " tenía una forma muy perspicaz de manejar. Era sumamente hábil y además sabía transmitir a los mecánicos todo lo que sentía arriba del auto".

   Si bien comenzó a tener prestigio en el TC, Cupeiro como tantos otros empezó desde muy chico en este ámbito y dedicándose particularmente al mundo de las motos. Su primera experiencia la tuvo arriba de una Gilera 150 cc., pero muchas motos de diferentes cilindradas pasaron por él. No obstante, ya le empezaban a interesar los autos, por lo que en 1961 se despidió del motociclismo en el Premio "Ferrucio Gilera".

   Insertado rápidamente en el TC y gracias a su fineza, exquisitez, brillo y sensibilidad conductiva tuvo la posibilidad de correr con diferentes máquinas. Manejó desde un microcupé Heinkel hasta un Jaguar 3.8 pasando por Alfas, Fiat 1.500 entre otros. Froilán González notó enseguida que la adaptabilidad en su manejo lo iba a favorecer en el proyecto que tenía para ganarle a los tradicionales TC con un auto compacto.

   Cupeiro, que siempre tuvo grandes autos, tuvo la gran chance de coronarse campeón en el año 1965, pero la capacidad de los hermanos Emiliozzi se lo impidió. Quiso dedicarse a Sport Prototipo en donde también se lució arriba de un auto, pero volvió al TC Fórmula A con un Chevrolet 400 preparado por José Miguel Herceg.

En 1969 participó en la famosa carrera de Nürburgring con los Torino preparados por Oreste Berta. Pero dos de los autos no completan la competencia y uno es justo el que conducía Cupeiro que por la cantidad de lluvia que había caído no pudo seguir y abandonó. Ese fue su único contacto con el mundo motor del exterior.

   Sus últimos pasos en el automovilismo fueron de gran nivel, como cuando empezó, pero ya sin la Chevy, ahora lo hacía a bordo de una Cupé Dodge. Y como el amor por los autos era demasiado grande quiso participar en la categoría de los autos sin techo, donde no defraudó.

   Hace poco tiempo sufrió una de las peores cosas en la vida, la pérdida de su amigo Rubén Luis Di Palma. Cuando el 30 de septiembre del 2000 se enteró que el Loco había fallecido a causa de un accidente con su avioneta, Jorge Cupeiro declaró que "se me murió mi hermano, la persona que más quería en el automovilismo y en la vida. Fue un ser humano excepcional. Viví muchas cosas con él. Es el día más triste de mi vida".

   Hoy el automovilismo sigue siendo su pasión, pero de otra forma. Sus vivencias y anécdotas serán siempre recordadas. Porque nació, vive y vivirá por este deporte al que tanto ama.