UN TRACTORISTA VELOZ
Aunque Balcarceño por adopción, Eduardo “Tuqui” Casá nació en Capital Federal un 17 de Febrero de 1935, se recibió de Bachiller a los 18 años y fue “mecánico” desde los 15, cuando junto a otros amigos pusieron un taller sin tener idea de la cosa, pero “nos divertíamos como locos”.
Los primeros contactos detrás de un volante, los tuvo con la Ford rural ´46 materna, quién se tuvo que aguantar las diabluras clásicas de la juventud. Participó de las picadas, los boliches, las largas charlas de amigos y de toda una vida normal, que incluyó su casamiento en el año ´56. Ahí decidió irse a vivir al campo que tenía en Balcarce. Siempre le tiraron los caballos, la tierra y todo lo que tuviera que ver con una vida tranquila.
Pero ahí quiso el destino que se conociera con Juan Manuel Bordeu y otros apasionados de los fierros. Cuando “Maneco” decidió correr el Gran Premio con un NSU, el nunca bien ponderado bichito le picó también a “Tuqui”.
Pese a las amenazas maternas y conyugales, el siguiente Gran Premio lo vio partir con un Peugeot 403 nuevito y totalmente standard.
No importan los resultados. Si importa que el automovilismo “por culpa de los amigos” había prendido en él. El Turismo Carretera fue la lógica evolución, para alguien que en esos días vivía en las ciudades del interior de la provincia. Compró una cupé Ford a un tal Rolando Córdoba, y sin demasiados chiches se largó a la aventura. Rompió todo lo que tenía que romper y el auto no andaba a más de 185 Km. /h “pero era divertido”. Cierto día en una vuelta de La Pampa, su amigo Pepe Rentaría le presentó a quién cambiaría su destino automovilístico, “Manolo” Rodríguez, quien por ese entonces era el preparador de la máquina de García Uriburu. Llegaron a un acuerdo y “manolo” comenzó a prepararle el 59AB. Así llegaron las primeras banderas a cuadros, con un auto que empezaba a no romperse, y Casá lentamente comenzó a tomarle el gustito a la cosa. El motor andaba fuerte pero el auto era una “batata”. Y Rodríguez no tardó en hacérselo notar diciéndole: “mire don Eduardo, si usted quiere resultados, tenemos que hacer un auto en serio”. Y así se encargó la construcción del legendario “Tractor”. En la Vuelta de Tres Arroyos corrida en Septiembre y ya con auto nuevo fue segundo de Armando J Ríos. Los medios especializados comenzaron a ocuparse de este muchacho canoso que venía apuntando para más.
En la Mar y Sierras del ´63 se pasó a la categoría de los ganadores. Un sueño se había cumplido, pero aún quedaba un largo camino por recorrer. Un camino que de la mano de un Ford armado prolijamente y al detalle por “Manolo” Rodríguez, se fue haciendo cada vez más prolífico y exitoso.
El Gran Premio del ´65 y el sub campeonato detrás de su amigo Bordeu en el ´66, fueron los mejores momentos de Casá en el TC. Luego la revolución de la categoría dejó a Tuqui desfasado como a tantos otros, y con el tiempo su estrella fue perdiendo brillo. De todos modos marcó una época en la categoría, y por bastante tiempo ostentó el Nº 1 en las puertas del “Tractor”. Un Nº 1 que le hubo arrebatado nada menos que a los Hnos. Emiliozzi.
Correr por placer
Eduardo Casá fue uno de los prototipos de gente de esa época, que se largaba a correr simplemente porque le gustaba. Vivía en su campo y con su familia, decía al respecto: “Corro porque me gusta, a veces me critican porque cambio de acompañante todas las carreras, pero a mi me place correr con amigos y además mi auto no se rompe nunca. Entonces para que quiero un mecánico. Ahora, el Gran Premio es otra cosa. Ahí si tengo que tener otro tipo de acompañante. Es una carrera que me divierte muchísimo. Si tuviera que elegir entre ganar un campeonato o un Gran Premio, no lo dudo elijo el GP. Pero que quede claro, para mí las carreras son diversión y por eso lo quiero compartir con amigos. Si fuera un profesional tal vez pensaría distinto, pero no lo soy”
Breve Historial
Sumó para el historial de TC, 10 carreras ganadas; Mar y Sierras del ´63; La Pampa y Tres Arroyos del ´65; Vuelta Centro del País, Arrecifes, San Nicolás y Pehuajó del ´66; Alto Valle, Santa Fe y Triángulo del Oeste del ´67. Ganó además el GP del ´65 y dos etapas la 5ª del ´65 y la 6ª del ´66
Murió Eduardo Casá
Fue subcampeón del Turismo Carretera en 1966; un conductor frío y enemigo de la improvisación
Tras una larga enfermedad falleció ayer, a los 68 años, Eduardo "Tuqui" Casá, destacado piloto del Turismo Carretera en los 60. Fue subcampeón en 1966 (el campeón fue Juan Manuel Bordeu), y tercero en 1965 y en 1967, siempre con Ford.
Su primer triunfo en el automovilismo fue el 1° de abril de 1963, en la Mar y Sierras y luego fue vencedor en otras diez carreras: La Pampa, Tres Arroyos y el Gran Premio, en 1965; la vuelta de San Francisco, la Vuelta de Arrecifes, Circuito de San Nicolás y la Vuelta de Pehuajó, en 1966, y Premio de Allen (Río Negro), Vuelta de Santa Fe y el Triángulo del Oeste, en 1967.
Eduardo Casá comenzaba una larga agonía cuando decidía ser algo así como un empresario. Hombre de campo, de costumbres muy sencillas, no había tenido mucha suerte en la vida cuando seleccionaba sus ideas fuera del campo competitivo.
Había llegado casi por casualidad al automovilismo deportivo. Yo pienso que en el automovilismo argentino debía haber muy pocos conductores con su sangre fría. La que le imponía una conducta que él llevaba a rajatabla, una vez precisado el objetivo. La combinación sobre la que sustentaba sus trabajos era haber elegido a Manolo Rodríguez como el hombre que preparaba su Ford gris metalizado, sujeto a una estrategia decidida de carrera. Nada de querer ganar en la primera vuelta. Nada de querer hacerlo todo en un momento.
Eduardo aprovechaba la densidad que tenían las carreras de su tiempo, que hasta permitían perder unos minutos en el cambio de una cubierta sin que se trastornara el objetivo final. Aquel que iba a llegar después de cinco o seis horas de marcha por caminos de tierra en los que era muy fácil extraviar la conducta.
Injustamente su coche fue tildado de "Tractor" y más injustamente Eduardo fue tildado de "pescador".
El estudiaba sin hacer ningún alarde la carrera a la que pensaba acudir; la procesaba mentalmente y era un enemigo declarado de la improvisación o el desatino. Yo tardé bastante tiempo en advertir que su aparente frialdad encerraba un extraño amor por las carreras de Turismo Carretera. A solas consigo mismo y observando las anotaciones que guardaba de las pruebas anteriores, se hacía una composición de lugar para tener al final el mejor resultado.
Y lo entendí definitivamente el día que en Areco me explicaba con infinita paciencia. "¿Sabe qué pasa? Mucha de esta gente que corre tiene la sangre caliente y si pudieran querrían ganar antes de largar la carrera. Yo prefiero analizar cómo es el planteo de la carrera en el principio, esperando el momento justo para atacar. Es muy sencillo; si usted empieza queriendo ganar la carrera desde el principio, va a tener veinte corredores al lado suyo; en cambio a mitad de carrera, sobre todo en las exigencias, que obligan a parar para reabastecer, usted se va a encontrar que adelante suyo tiene cinco o seis competidores para pelearlos y de ellos, la mitad vienen heridos; entonces es más fácil pelear el resultado".
A la hora de evaluar a Casá como piloto se han cometido muchas injusticias. Parecería que lo suyo se limitaba a hacer camino para ganar al final. Para mí, Casá construía el camino por el que se avanzaba. Y sabía infinitamente más que lo que permitían suponer sus declaraciones escuetas y formales, en las que él mismo le quitaba la importancia a sus trabajos.
Digo que al poco tiempo de dejar Casá el automovilismo deportivo, su cerebro entró en otra dimensión. Ahí no lo tenía a Manolo. Ahí él no había estudiado el compromiso por anticipado. Desde ese momento, cuando su mente entra en confusión, se produce auténticamente la muerte de Eduardo Tuqui Casá.
Alfredo Parga
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